Muy pocos creyeron que el profesor Leonid pudiera cumplir la promesa de pintar que le hizo a María, porque ¿cómo es posible que alguien que es invidente pueda usar los colores para hacer arte? Pero ya saben lo que pasa en las historias cuando alguien se propone algo de verdad: no importa lo imposible que parezca su objetivo, igual lo consigue porque tiene la paciencia y la perseverancia suficiente para lograrlo, y eso fue lo que pasó con el profesor y su promesa.
\r\n\r\nMaría es invidente, y tan pronto llegó a nuestro curso las clases de artes se convirtieron en un juego de búsqueda de tesoro que se basaba en encontrar la relación perfecta entre los colores y el olfato. Queríamos con todo nuestro corazón que María y los otros compañeros como ella, pudieran sentir la experiencia de lo que era pintar, entonces cerramos nuestros párpados con fuerza, y por días descubrimos los sonidos del mundo junto con los olores que allí reinaban sobre la oscuridad. Olores como el chocolate al desayuno o el césped recién cortado en el parque, empezaron a convertirse en ideas cromáticas, hasta que finalmente llegamos a la conclusión de que el blanco sería del olor del coco, el amarillo del dulce del banano y el café sería igual al del chocolate que tomamos en la mañana. Y con esa primera paleta de olores fue que María y los otros compañeros invidentes empezaron a pintar.
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\r\n \r\n Así fue como el blanco coco,
\r\n el amarillo banano y el café
\r\n chocolate, nacieron para
\r\n conformar la primera paleta de
\r\n olores que usó María para pintar.\r\n
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\r\n En “¿A qué huele el arte de María?” creo que todos aprendimos algo, incluso los que decíamos que sabíamos pintar porque sí, porque puedo ver y comparar colores como la mayoría de las personas. Al menos eso me pasó a mí, porque al ver pintar a María y a los otros compañeros comprendí que los límites no existen. Lo digo porque vi sus pinturas expuestas en diversas partes del colegio y la gente que fue a verlas no paraba de sorprenderse, encantadas de la imaginación colorida que siempre tuvieron los que no habían podido pintar. Ahora pueden soñar con tener su propia galería de arte donde vendan sus cuadros, y estoy segura de que son felices siendo artistas, mostrándole al mundo imágenes que nadie imaginaba que vivieran en su mente. Definitivamente, este proyecto nos enseñó a comprender el mundo del arte desde diversas perspectivas, entender que las diferencias nos enriquecen y que solo hace falta una inspiración como la del profesor Leonid quien se atrevió a soñar y acompañar a otros a soñar, a demostrar que no hay limitaciones a la hora de crear.
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